martes, 6 de abril de 2010

Un debate absurdo: el mejor jugador de la Historia

Los medios de comunicación de carácter deportivo llevan un cierto tiempo enfrascados en una competición por ver quién suelta la barbaridad más gorda. Deben de pensarse que los espectadores, lectores y oyentes andan tan escasos de intelecto, o tan cegados de fanatismo por sus colores (que para el caso es lo mismo), que se tragan cualquier sinsentido que les quieran contar. Y lo malo es que si nos fiamos de los datos de tiradas, estudios de medios y demás instrumentos de medida de ventas y audiencias, parecen tener razón...

En todo caso, una de las últimas que se les ha ocurrido, y que lleva un par de semanas revoloteando por micrófonos y plumas varias, casi supera todo lo visto hasta ahora. Resulta que hay un chico en el Barça que responde al nombre de Lionel Messi, que juega bastante bien, que lleva el número 10 y que además es argentino. Coincidencias suficientes para compararle con Maradona y, pásmense, para atreverse a plantear que el nuevo chico maravilla podría ser el mejor jugador de toda la historia, ni más ni menos.

A simple vista parece evidente que este globo es una maniobra del periódico de turno para vender más ejemplares en la Ciudad Condal, como cuando los diarios madrileños nos quisieron colar a Zidane entre los más brillantes de todos los tiempos hace cinco o seis años. Lo malo es que hay muchos, tanto ahora como entonces, que se lo toman en serio. Y claro, llegados a este punto conviene recordar unas cuantas cosas.

La primera y fundamental: es imposible comparar a jugadores de distintas épocas, porque el fútbol va evolucionando (o involucionando, según se quiera ver) y hay muchísimas diferencias entre las maneras de jugar de estos y aquellos tiempos. Por seguir con el mismo ejemplo que han puesto de moda ahora, ya me dirán cómo superaría el Barrilete Cósmico a los triatletas que pueblan actualmente los centros de las defensas, ni cómo se las apañaría la Pulga cuando un carnicero de antaño le saludara amistosamente.

Y si no se puede comparar jugadores de distintas épocas, ¿cómo hacemos para comparar futbolistas de distintas posiciones? ¿Quién se supone que es el mejor? ¿El que más goles marca? ¿Acaso no es igual de importante el que más goles evita, o el que más pases de gol da? ¿Qué perversión histórica establece que en las listas de mejores de la historia los primeros puestos los copen delanteros y apenas haya porteros y defensas? Cruyff era muy bueno, vale, pero ¿mejor que Beckenbauer?

En segundo lugar, ¿cómo es eso de "el mejor de la historia"? Al fútbol se lleva jugando desde hace casi dos siglos; tenemos documentación escrita desde hace uno, e imágenes desde hace medio. Imagínense la de virtuosos de la pelota que nos habremos perdido en tanto tiempo. Cuentan los veteranos del lugar que ninguno de estos dos argentinos le llegaba al tacón de la bota a Di Stéfano, pero los más viejos dicen que tampoco el rubio alcanzaba ni de lejos el arte y la virguería de Ben Barek. Y a poco que uno se ponga a investigar salen los nombres de Obdulio Varela, Leônidas, Matthias Sindelar, Ricardo Zamora y tantos otros...

Pero es que si nos centramos en el caso concreto que han sacado ahora, esto es todavía más absurdo. Porque una de las figuras que pretenden medir, Leo Messi, nació en junio de 1987. O sea, que ahora mismo no ha cumplido aún los 23 años. No lleva ni la mitad de su carrera. Tiene tiempo de sobra de estropearla o de convertirse en un tipo aún más grande. ¿Qué evaluación de su rendimiento y de su categoría como estrella podemos hacer a estas alturas?

Absurdo completamente, ¿no? Pues aunque parezca increíble, algún que otro medio de ésos que llamamos serios también se ha ocupado del tema. ¿Qué está pasando?

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